martes, 2 de noviembre de 2010

De lo políticamente correcto...

a lo demencial (de demente, loco). Una especie de pasmo inaudito experimenté cuando leí este cuento que, a mi pesar, es mucho más que un cuento. Es una terrorífica realidad que nos obliga a ser uniformes, cuadriculados y de pensamiento único, bien encerraditos en la tribu de lo correcto y lo que está ¿bien? porque afuera hace un frío que pela. Os dejo el recadito y ya me diréis si exagero o no:
"Para ilustrar los peligros del espíritu lógico, en Europa se cuenta que un hombre, al encontrarse con otro, le preguntó:
-¿Tienes un acuario en tu casa?
-Sí.
-¿Con peces?
-Claro.
-¿Peces de colores?
-Sí.
-¿Con arena, piedras, algas?
-Pues claro.
-¿Y te gusta mirar a los peces?
-Mucho.
-Entonces, ¿te gusta la naturaleza?
-Sí.
-¿Te gustan los animales?
-Sí, sí.
-¿Te gustan las flores, los árboles, los ríos?
-Todo eso.
¿Así que te gusta la vida?
-Sí.
- ¿Te gusta el amor?¿Te gustan las mujeres?
-Sí, sí, me gustan las mujeres.
-Muy bien.
Los dos hombres se separaron. Un poco más lejos de allí, el primer hombre, el que hacía las preguntas, se encontró a otro amigo y le preguntó:
-¿Tienes un acuario en tu casa?
-No.
-Entonces, ¿eres pederasta?"
Jean-C. Carrière
Sin comentarios....



miércoles, 27 de octubre de 2010

Trabajo de Literatura tema 3. Alumnos de 1º ESO

En este tema vamos a leer cuentos americanos, sobre todo de Latinoamérica. Son historias fantásticas que os van a gustar mucho. ¡Ánimo con la lectura!
“LEYENDAS DE AMÉRICA”

I.-“A ZORRO, ZORRO Y MEDIO”

Durante siete largos días, anduvo un zorrito buscando comida por todo el monte. Era época de sequía y la caza escaseaba, sobre todo para los jóvenes inexpertos como él. Tras mucho caminar, vio a lo lejos un jaguar que había atrapado una excelente pieza y estaba a punto de celebrar él solo un buen banquete.

-¿Conseguiré que me dé algo si se lo pido con amabilidad?-se preguntó el zorrito mientras se relamía-. El jaguar es egoísta y orgulloso. ¿Y si intentara quedarme yo con todo? Todo es mejor que un poco…

Una idea brilló en su cabeza y, de inmediato, la puso en práctica. Con aspecto despavorido, corrió hacia el jaguar dando gritos:

¡Que vienen los perros feroces! ¡Cuidado con los perros feroces! ¡Son más de doscientos! ¡Ya se escuchan sus ladridos! ¡Huyamos todos!

Y, con estos gritos, se perdió en la maleza tras cruzarse con el jaguar.

-¿Dónde, dónde?-preguntó el jaguar, que se disponía a dar su primer gran bocado.

Sobresaltado, abandonó su presa, y dando enormes saltos corrió a refugiarse. El jaguar cruzó ríos, atravesó pantanos y siguió corriendo hasta que cayó rendido. Nada más temible que tener que enfrentarse a doscientos perros salvajes. Finalmente, levantó una oreja, levantó la otra y, como no oyó ningún ladrido, se quedó dormido. Mientras tanto, el zorrito salió de los matorrales y se acercó a la comida abandonada.

-¡Ahora sí voy a darme un atracón!-se dijo, y se dispuso a celebrar su propio festín. En eso estaba cuando oyó un ruidito a sus espaldas. Era un zorro viejo y flaco, con aspecto de arrastrar tanta hambre como él.

“Estos zorros son peligrosos, ¡si los conoceré yo!”, pensó el zorrito “Tendré que inventar algo, y rápido, para que no me arrebate lo que gané con tanto ingenio”.

-Buenas tardes-saludó el viejo zorro.

-No tan buenas, amigo.

-¿Se puede saber por qué no tan buenas?-continuó el viejo zorro.

-Mucho trabajo y poca suerte-respondió el zorrito con acento lastimero.

-Veo que tiene comida-comentó el viejo zorro mientras sus ojos brillaban y se le hacía la boca agua -. En esta época, conseguir una pieza así es tener muy buena suerte…

-Eso pensaba yo, pero vea, amigo, tengo que tirarla toda.

-¿Tirarla?¡Cómo la va a tirar! ¿De qué me está hablando?

-¡Puajjj, qué asco!...-dijo el zorrito escupiendo el único bocado que había conseguido dar-. Esta carne está envenenada. Por suerte me di cuenta nada más probarla…

-Pero, amigo-respondió el viejo zorro-¡tiene que ir inmediatamente al río a enjuagarse la boca! ¡Probar un bocado envenenado es muy peligroso! Vaya usted y lávese bien, que yo me quedaré cuidando la carne envenenada para que nadie se acerque…

Obligado a seguir con su mentira, el zorrito fue hacia el río escupiendo para todos lados y maquinando cómo alejar al viejo zorro de la presa. Cuando después de un rato, volvió al lugar, apenas quedaban allí, junto al viejo zorro, unos huesos pelados.

-¡Qué hizo, amigo! ¿No le advertí del peligro?-gritaba el zorrito desesperado por el hambre-. No me diga que se comió todo!

-Pues sí-respondió el zorro flaco-Me dije a mí mismo: entre morir de hambre y morir envenenado, prefiero una muerte rápida… Y me comí la pieza entera.

El astuto y viejo zorro dio media vuelta y, caminando lentamente, con su barriga bien llena, se alejó en el monte para buscar un lugar donde reposar su digestión”.

Leyenda de Argentina

II.-“LA LUCIÉRNGA Y LA ZARZA”

Una gran luciérnaga de vivos colores partió de viaje para visitar a unos familiares que vivían al otro lado de la comarca. Emprendió el vuelo a la salida del sol pero el camino era largo y al atardecer se sintió cansada. Decidió pasar la noche sobre una vieja zarza solitaria que encontró en un cerro. La zarza, además de vieja, estaba deshojada y encorvada. La zarza admiró la belleza de la luciérnaga: le gustaron su manera de volar y el zumbido de sus alas. La alimentó con sus frutos y le dio conversación hasta bien entrada la noche. Al cabo de unas horas, la zarza se atrevió a hacerle una propuesta:

-¿Quieres casarte conmigo, luciérnaga?-le preguntó ilusionada, pero la luciérnaga se hizo la dormida-. ¿Quieres casarte conmigo?-preguntó la zarza más fuerte.

-¡Qué dices! Estás muy vieja y fea para mí, zarza. Mírate bien: deshojada y encorvada… ¿Cómo iba yo a casarme con alguien así?

Y con el primer rayo de sol, la luciérnaga emprendió su camino. Permaneció con sus familiares varias lunas, hasta que una mañana llegó el momento de despedirse y emprendió el viaje de regreso. La luciérnaga voló por lugares que ahora le resultaban conocidos. Al llegar al cerro donde vivía la zarza, se llevó una enorme sorpresa: la zarza había rejuvenecido y vestía hojas de un verde intenso adornada con flores blancas. Asombrada por la transformación, se acercó a contemplarlas y a saludarla:

-¡Qué bonita estás, zarza! ¿Querrás casarte conmigo?

Pero la zarza permaneció en silencio.

¡Cásate conmigo, zarza!-repitió la luciérnaga, encandilada por el aspecto de la zarza.

-No, no me casaré contigo-contestó la zarza.

-Al menos dime qué hiciste para ponerte tan bonita-le rogó la luciérnaga.

-Yo no hice nada. Unos hombres me prendieron fuego y con eso me volví joven y bella otra vez.

La luciérnaga vio que, no muy lejos de allí, los hombres habían encendido una fogata. Sin pensárselo dos veces, se acercó a las llamas con la intención de probar el misterioso remedio que tan buen resultado le había dado a la zarza.

-¡También yo quiero ser más joven!

Pero apenas la rozaron las llamas, sintió que se quemaba y un profundo dolor la invadió. Volando desesperada llegó ante la zarza:

-¡Zarza, zarza!¡Me quemo! ¡Me quemo! ¡Ayúdame!

-Frótate con una de mis hojas-le ofreció la zarza compasiva.

La luciérnaga se frotó con todas sus fuerzas para apagar el fuego. Cuando pudo contemplarse vio que estaba toda chamuscada: todo su cuerpo se había puesto ceniciento aunque una pequeña chispa brillante quedaba en la punta de su cola. La luciérnaga quiso quitarse la chispa y se frotó contra otra hoja, sin conseguir nada. Lo intentó contra una rama e incluso contra el tallo de la zarza…Pero fue inútil. Comprendió que su nuevo color y la chispa de su cola la acompañarían para siempre.

Avergonzada por su aspecto, toda raspada y ennegrecida, partió la luciérnaga hacia su casa. Desde entonces, las luciérnagas tienen ese color negruzco pero conservan una lucecita en la cola, con la cual iluminan las oscuras noches. Y desde entonces también, las luciérnagas rondan las zarzas cuando están en flor, con la esperanza de poder enamorarlas algún día”.

Leyenda de Venezuela

III.-“WALUMBE LLEGA A LA TIERRA”

Cuentan las abuelas a sus nietos que, cuando en la tierra no había sino piedras, pasto y hierbas, Kindu era el único hombre que la habitaba. Para sobrevivir se alimentaba de leche de un vaca.

Un día, Gun, dios del cielo, decidió que su hija Nambi y su hijo Walumbe debían bajar a la tierra.

En cuanto Nambi vio al joven Kindu, hermoso y libre, se enamoró de él. Y Kindu también quedó prendado de Nambi, la hija del dios del cielo. Decidieron casarse y Nambi se lo confesó a su hermano Walumbe.

-Tendrás que consultarlo con nuestro padre-respondió Walumbe, y los hermanos regresaron al cielo con tal propósito.

Gun escuchó a su hija y le pidió que esperara un tiempo. Quería poner a prueba al muchacho para cerciorarse de su valentía e inteligencia, y darle así la oportunidad de demostrar que era digno de desposarse con la hija de un dios.

Para ello, Kindu fue llevado al cielo. Cuando vio los inmensos palacios celestiales, los grandes rebaños de vacas, cabras y ovejas, ya la multitud de gallinas corriendo entre los platanares, quedó maravillado con tanta riqueza y abundancia. Gun lo llamó a su presencia y solemnemente le propuso:

-Para ser merecedor de mi hija, tendrás que pasar tres pruebas. Sálvalas y te casarás con ella. Lo condujeron a un cuarto repleto de comida y Gun le ordenó entonces que acabara con toda ella antes de que cayera la noche. Kindu comió cuanto pudo, pero eran tantos los manjares que apenas se notó que faltara algo. Al atardecer, incapaz de comer más, se le ocurrió cavar un agujero en el suelo; arrojó en él la comida y el agujero se cerró.

-La tarea está cumplida-gritó para que lo oyeran fuera. Y, en efecto, la comida había desaparecido.

Compareció el joven Kindu de nuevo ante Gun y éste le indicó la segunda de las pruebas:

-Yo soy muy friolero y necesito leña de roca para alimentar el fuego de mi chimenea. Toma esta hacha de madera y ve a cortar leña de rocas para mí. No tardes pues el frío me incomoda y desata mi mal humor.

Kindu pensaba que de ninguna manera podía partir la roca con un hacha de madera. Observó detenidamente los terrenos montañosos por los que vagaba. Aquí y allá, encontró algunas rocas agrietadas, desprendió varios trozos y llevó los pedazos a Gun antes de que éste protestara. Gun miró intrigado el hacha: el filo no se había mellado y el joven había cumplido su cometido. Era el momento de proponerle la tercera prueba:

-Ahora llenarás de rocío este cántaro. Te espero mañana a la salida del sol.

Kindu fue a la pradera y permaneció la noche en vela, a la espera de que el rocío cubriera los campos y llenara su cántaro. Al clarear, se dio cuenta de que el cántaro estaba casi vacío. Pero vio también que todas las hojas de los árboles lloraban gotas cristalinas de rocío. Con estas gotas llenó el cántaro hasta el tope y acudió a la presencia de Gun.

-Sin duda, eres merecedor de casarte con mi hija-dijo Gun-. Yo les doy mi consentimiento.

Para que no les faltara de nada, les regaló también una cabra, una oveja, una gallina, un árbol de plátano y semillas de todas las plantas que pudieran servirles de alimento. Y al despedirse, Gun les aconsejó:

-Walumbe no debe saber nada de todo esto pues se despertará su envidia y querrá también irse a la tierra.

Los novios partieron sigilosos. A medio camino, Nambi se dio cuenta de que se había olvidado el grano para alimentar a la gallina y regresaron a por él. Fue entonces cuando Walumbe los descubrió y decidió que los acompañaría.

Kindu plantó el plátano y las semillas, y éstas se convirtieron en plantas. Nambi dio a luz muchos hijos y nunca les faltó la comida. Pasado un tiempo, el envidioso Walumbe, que era la Muerte, se llevó a uno de sus hijos. Y luego a otro. Y también a un tercero. Kindu y Nambi no pudieron hacer nada por evitarlo. Así fue, según cuentan las abuelas, cómo la Muerte vino a la tierra, y desde entonces ha permanecido aquí entre los hombres.”

Leyenda de Cuba

IV.-“EL CUERVO ROBA EL SOL”

Por aquel entonces el cuervo era totalmente blanco, desde la punta de las garras hasta la punta de las alas. El cuervo sabía que el jefe de la tribu guardaba el sol, la luna y las estrellas en tres inmensos cofres de madera labrados y pintados de amarillo, azul y blanco. Los cofres estaban custodiados en el centro de la casa del jefe, y nadie podía acercarse a ellos. Ni siquiera su esposa o su hija.

Una tarde, el cuervo se posó sobre el tiro de la chimenea y escuchó el lamento del jefe de la tribu. Le decía a su esposa que se sentía viejo y que le apenaba mucho que su hija no le diera nietos. Deseaba un nieto, y temía morir y que su linaje se perdiera.

En ese mismo instante, el cuervo blanco tuvo una feliz idea. Se convirtió en un bebé y se colocó a la entrada de la casa. El jefe oyó un llanto, abrió la puerta y grande fue su sorpresa al encontrarse con un niño. Lo tomó amorosamente en sus brazos, lo llevó cerca de la chimenea y pidió que le trajeran leche. Era tan intenso su deseo de tener un nieto que le pareció que ese pequeño se lo enviaban los dioses. En su regocijo, no le importó ni el origen del bebé ni su insistente llanto: él lo cuidaba y lo abrazaba con ternura como si fuese sangre de su sangre.

Pasados unos meses, el niño empezó a dar sus primeros pasos y a descubrir el mundo que lo rodeaba. Una mañana que no cesaba de llorar, el niño señaló el cofre azul. Quería jugar con él, y el jefe, para complacerlo, se lo permitió. En un segundo, el niño abrió el cofre y las estrellas salieron y se posaron en el firmamento. El abuelo lo vio tan contento que no dijo nada.

Al día siguiente, el niño volvió a llorar y a encapricharse con el segundo cofre, que era el de color blanco. Con tal de verlo feliz, el abuelo le permitió también jugar con él y el niño lo abrió. Embelesado, el niño pudo contemplar el círculo plateado de la luna subiendo al cielo; el abuelo se emocionó al ver el reflejo luminoso en los ojos del niño.

Faltaba el último cofre, el más apreciado por el jefe de la tribu. El niño comenzó a llorar y el abuelo intentó distraerlo con sus juguetes. El niño insistía en querer abrir el cofre amarillo y el abuelo no tuvo corazón para negárselo. Cuando las pequeñas manos destaparon el último cofre, el sol, como una inmensa burbuja de fuego, empezó a escalar el cielo, dando su luz y su calor sobre la tierra.

En el momento en que el sol ascendía al cielo, el niño se convirtió nuevamente en cuervo y el jefe comprendió el engaño. Sintiéndose burlado intentó atrapar al pájaro blanco y éste se metió en la chimenea, subió por el tiro y se cubrió de hollín.

¡Cuál no sería la sorpresa del cuervo al ver, a la luz del sol, que todo su plumaje y también su largo pico se habían vuelto de color negro azabache!

Pero al cuervo no le importó. Se sentía feliz por haber cumplido su misión en la tierra: los hombres disfrutarían de la luz y del calor del astro rey todos los días, y ningún jefe podría atesorar para sí mismo este regalo de los dioses.”

Leyenda de Alaska

V.-“EL HIJO DE OBA”

Oba gobernaba sobre todas las cosas desde su brillante palacio en las alturas del cielo. Era tan enamoradizo como iracundo y caprichoso. Disfrutaba en su morada rodeado de mujeres bellas, bondadosas e inteligentes. Entre ellas, solo una, la más hermosa de las que habitaban en su reino, conquistó su corazón y le dio un hijo. Nació así un niño fuerte, lleno de luz, que crecía jugando en los jardines del palacio del cielo.

Nadie sabe exactamente qué sucedió entre Oba y su esposa, pero el caso es que un día tuvieron una enorme disputa. En un arrebato de ira, el dios le arrebató el hijo a la madre, lo convirtió en pez y lo lanzó al río que atravesaba los jardines de sus posesiones.

El pececillo recién llegado no fue bien recibido por los demás peces:

-¿Quién es este y de dónde ha salido?-preguntó un pez anaranjado.

-¿Por qué hemos de compartir con él nuestra comida?-dijo otro conocido por su glotonería.

Cada vez que el pececito abría la boca para comer, aparecía un pez más fuerte que él y le arrebataba un bocado. Cierta vez, un grupo de peces se abalanzó sobre el nuevo y, a topetazos, lo empujaron hasta una grieta del fondo donde brotaba agua hirviente. Al sentir cómo se abrasaba, el pececito gimió intensamente y lo lamentos consiguieron conmover el duro corazón de su padre. Oba sintió piedad, lo sacó del agua, volvió a convertirlo en niño y lo llevó de regreso a palacio. Para compensar su sufrimiento pasado, pensó en crear para él un universo de colores.

Tomó un lápiz, dibujó un cielo y puso a su hijo en medio de aquel inmenso cielo azul. Llamó después a un perico y a una perdiz, les ordenó que tomaran barro con sus picos y les indicó en qué sitio debían ir juntando el barro para formar la Tierra.

Luego Oba creó el mar, los ríos, los gusanos luminosos para que alumbraran las noches, los gavilanes, las ardillas, los monos, las iguanas, las tortugas, los peces…; y creó también las llanuras, las plantas, los bosques y las flores aromáticas. Para organizar todas estas maravillas, organizó las nubes, los vientos y los rayos. Finalmente, convirtió a su hijo en Sol y le dio una compañera: la Luna.

Entonces, el Sol notó que faltaba alguien que disfrutara del mundo que su padre había creado. Bastó su deseo para que aparecieran el hombre y la mujer.

Como todo estaba hecho, el Sol volvió al cielo para darle calor a la Tierra. Desde allí pudo contemplar la belleza de todo lo creado y su perfección. A pesar de ello, sintió un profundo aburrimiento. Entonces se acordó de la Luna. Siempre que aparecía el primer rayo de Sol, ella escapaba. Decidió ir en su búsqueda y, tras mucho perseguirla sin encontrarla, acabó enamorado de un ser tan esquivo.

Un mediodía, por fin, sucedió el encuentro. La Luna, llena de amor, cayó entre sus brazos y, debido, al calor, el velo que cubría su cara de nácar ardió. Sol y Luna se fundieron en un abrazo que duró unos pocos minutos. Después cada uno emprendió su camino por el cielo.

Así viven desde entonces: caminando separados, pensando en el momento en que volverán a reunirse. Raras veces se encuentran. Cuando esto sucede, el abrazo sólo dura unos instantes, pero su amor es tan profundo que se olvidan de todo: el cielo se oscurece y, por unos momentos, ninguno de los dos ilumina el mundo.”

Leyenda de Panamá

VI.-“EL ORIGEN DEL AMAZONAS”

Hace muchísimos años vivían en la selva dos hermanos mellizos huérfanos a los que cuidaban sus abuelos. En aquel tiempo el agua era muy escasa pues no existían ríos, ni arroyos ni lagunas.

El único que sabía donde encontrar agua era su abuelo, pero guardaba celosamente el secreto. No muy lejos de la casa de los abuelos había un estanque que todos los días amanecía a rebosar. Y es que, cada madrugada, el abuelo lo llenaba con agua que traía de aquel sitio desconocido. Los mellizos tenían que transportar el agua desde el estanque hasta la casa para que la abuela cocinara y preparara el masato, la bebida preferida por los habitantes de la selva.

Un día, uno de los hermanos, cansado de cargar y cargar agua, siguió al abuelo para averiguar de dónde la sacaba. Sabía que, si se lo preguntaba, el abuelo nunca se lo diría y tampoco quería ser descubierto mientras lo vigilaba. Después de mucho pensarlo, el muchacho decidió transformarse en pájaro picaflor para que el abuelo no lo reconociera. Volando de flor en flor, lo siguió por la senda que se adentraba en la selva.

Cuando hubieron caminado un buen trecho, llegaron hasta un gigantesco árbol del cual brotaba un inmenso chorro de agua. El muchacho, feliz por haber descubierto un secreto tan bien guardado, se lo comunicó a su hermano. Entre los dos reunieron a los conejos, a las ardillas, a los ratones, a los tucanes y a los pájaros carpinteros, y les pidieron ayuda para talar el árbol. Los animales trabajaron todo el día. Pero el árbol era tan grande que no consiguieron terminar su tarea. Casi al anochecer, cuando faltaba poco para derribar el tronco, decidieron continuar al día siguiente. Estaban realmente cansados de tanto esfuerzo.

Por la mañana, acudieron a continuar el trabajo comenzado y encontraron el árbol sin un solo rasguño. Comenzaron de nuevo pero, ese segundo día, pasó lo mismo. Y al tercero, y al cuarto. Y el árbol, casi talado al anochecer, aparecía intacto por la mañana.

Entonces los mellizos volvieron a acechar al abuelo y así descubrieron que él, por las noches, curaba al árbol con gran cuidado para que el agua pudiera seguir manando sin descanso. Por eso al día siguiente amanecía sano.

-¿Qué podemos hacer para que el abuelo no cure al árbol?-dijo el que se había transformado en pájaro picaflor.

-Debemos evitar que mañana llegue hasta el árbol, así los animales podrán terminar de talarlo-respondió el otro de los mellizos, que aquella misma noche se transformó en alacrán.

Entonces, cuando el abuelo se dirigía en secreto a curar el árbol, lo picó en el dedo gordo del pie derecho. En ese momento, el árbol herido se derrumbó estrepitosamente y toda la selva retumbó.

Al caer el árbol, de él comenzó a brotar gran cantidad de agua. Su tronco se convirtió en el río Amazonas; las ramas, en sus afluentes; las hojas y las espinas, en las diferentes especies de peces que nadan en el río.

Los gusanos de varios colores que recorrían la corteza del gran árbol cayeron al suelo y se transformaron en la gente blanca, la gente negra y la gente mestiza. Ése fue el origen de todas las razas que habitan hoy la selva del Amazonas.”

Leyenda de Brasil

sábado, 23 de octubre de 2010

La ignorancia al ataque

La censura siempre me ha parecido hija de la ignorancia. La sabiduría y el ingenio nunca censuran porque no tienen miedo a nada, incluso a que haya gente más sabia y más ingeniosa.
Ha sido y será siempre ejercida como baldón de la condición humana por mentecatos poderosos y por mentecatillos de medio pelo.
Juzgad vosotros mismos la categoría del mentecato de turno:
"Del manicomio a la cárcel"
"En Irán, desde los primeros años de la revolución islámica se tomaron medidas muy severas y, en consecuencia, muy pocos comedidas. Para resistir aquellas medidas, que, en su mayoría, consistían en prohibiciones arbitrarias, algunos iraníes consiguieron que los internaran durante unos meses en manicomios, donde, al menos, podían gritar a gusto: "¡Abajo el islam! ¡Muerte al profeta!" y locuras semejantes.
Cuando querían salir, sólo tenían que dejar de gritar, reconocer sus errores y pedir perdón.
Entre las actividades prohibidas figuró en aquella época la de la música, incluso la de la música tradicional.
Privados repentinamente de recursos, para no perder su técnica instrumental, los músicos profesionales (en época del Sha, Teherán contaba con una gran orquesta clásica) tenían que practicar a escondidas por su cuenta y riesgo. Hasta se vio a algunas orquestas tocar en plena noche en el desierto.
A un gran pianista lo encarcelaron por delito de opinión. Cada día, en la celda , seguía practicando sobre una esquina de la mesa para conservar la flexibilidad de los dedos.
Un día, el director de la prisión lo convocó y le preguntó:
-¿Qué hace todos los días en su celda con las manos sobre la mesa?
El músico respondió que no hacía nada especial, que se aburría, que tamborileaba sobre la mesa para pasar el rato.
-El director lo interrumpió:
-¡No me cuente historias! ¡Usted era un pianista célebre y sigue practicando a pesar de la prohibición1 ¡Venga! ¡Dígame la verdad!
El pianista intentó volverlo a negar, pero finalmente tuvo que reconocer que, a veces, quizá, a su pesar, sus dedos se acordaban de cual o tal concierto, recuperaban la melodía sobre la superficie de la mesa...
-Bueno, bueno-le dijo el director, que aquel día se mostraba proclive a cierta indulgencia-, le entiendo. Puede volver a su celda.
En el momento en que el pianista salía del despacho, rodeado por dos guardias, el director lo llamó y le dijo una vez más:
-¡Pero cuidado! ¡Sólo puede tocar las piezas autorizadas!"
J. C. Carrière
Para morirse, vamos. Tengo la sensación de que hoy abundan los directores de prisiones , "seguratas" de lo políticamente correcto. Luego os hablaré de una absurda historia sobre lo que puede llegar a ocurrir si no seguimos las doctrinas imperantes. ¡Buen finde!

jueves, 21 de octubre de 2010

Y ahora con música...

A partir de ahora también en el país de Mennú hay música. Variada, aunque para los más jóvenes sea un poco antigua. Estará bien que descubráis talentos de otros tiempos y voces eternas.
Hoy os voy a presentar a Nasrudin, un pequeño filósofo cuyas salidas de tono os van a provocar más de una sonrisa. Es el protagonista de muchas de las historias recogidas en el libro"El círculo de los mentirosos" de Jean Claude Carrière, un entretenidísmo libro sobre los entresijos del comportamiento humano.
EL VALOR DE UN REY
"Un rey de Oriente acababa de recibir como regalo un magnífico abrigo cosido con hilos de oro y plata y bordado con piedras preciosas. Aquel regalo era una prueba de amistad enviada por el emperador de China.
El rey se lo puso, se admiró en el gran espejo y preguntó a Nasrudin, que estaba allí:
-¿Cuánto crees que valgo?
Nasrudin examinó con detenimiento al personaje y su vestidura, sacó de un bolsillo una libretita en la que anotó algunas cifras y, finalmente, dijo:
-Vales quinientas monedas de oro.
-¡Quinientas monedas de oro! ¡No tienes ni idea! ¡Solo el abrigo que llevo vale quinientas monedas de oro!
-¡Lo sé, oh gran rey! He tenido en cuenta el precio del abrigo".
Milagrosamente, el astuto Nasrudin mantiene su cabeza sobre los hombros a lo largo de muchos cuentos, desafiando a los poderosos con una desfachatez increíble (no se si por ignorancia supina o por valentía extrema). Os iré contando más historias de este elemento capaz de dejar patitieso a todo un rey.

miércoles, 20 de octubre de 2010

¿Qué somos?

Os dejo la siguiente reflexión a propósito de una fábula genial y, como todo lo genial, brevísima:
"Una liebre se encontró con una leona y le dijo:
-¡Yo cada año doy a luz muchos hijos y tú sólo puedes dar a luz uno!
-Es verdad-le contestó la leona-.Yo sólo doy a luz uno. Pero es un león."
"El círculo de los mentirosos" Jean-Claude Carrière
¿Cuántas veces a lo largo del día somos liebres, vanidosas e ignorantes? Es lo más fácil para la estupidez humana, ser engreídos y fatuos hasta que , ¡zas!, en toda la boca, nos callan de un manotazo y deseamos ser tragados por el más profundo de los abismos. Pero ni por esas dejamos de ser animalillos asustados orgullosos de nuestra propia ignorancia. Hasta pronto. (Procuraré no ser tan pesimista la próxima vez).

miércoles, 13 de octubre de 2010

REAL COMO LA VIDA MISMA...

Un chico le pide a su padre una explicación sobre lo que es la política para un ejercicio de clase. El padre, muy pedagógico él, le comenta:
-Hijo, yo traigo el dinero a casa. Soy por tanto el capital. Tu madre, que administra el dinero y las compras en casa, es el gobierno. La criada, que realiza las faenas en el hogar, es el obrero. Tú eres el pueblo y tu hermana de un año es el futuro.
Satisfecho con las explicaciones de su padre, el niño comienza aplicadamente sus deberes. Al cabo de unas horas, la niña pequeña se ha cagado encima y llora desconsolada pidiendo limpieza. El niño acude a buscar a su padre y lo encuentra acostado con la criada. Corre a buscar a su madre y la encuentra dormida. Desalentado ante tanta indiferencia, el chico prosigue con sus deberes.
Al día siguiente, ante la pregunta de la maestra sobre qué es la política, el niño responde descorazonado:
-Es una gran mentira, señorita.
-¿En qué te basas para tan pesimista análisis, hijo?
-Mire, señorita, me explico: el capital anda siempre jodiendo al obrero, el gobierno duerme, al pueblo no le hace nadie ni puto caso y el futuro está lleno de mierda y llorando...
Pero no preocuparse, siempre nos quedará la Copa del Mundo... y el Tercer Centenario...

martes, 12 de octubre de 2010

CONTRA LA VANIDAD...

"Cuando era el tiempo muy niño todavía, no había en el mundo bicho más feo que el murciélago.
El murciélago subió al cielo en busca de Dios. No le dijo:
-Estoy harto de ser horroroso. Dame plumas de colores.
No. Le dijo:
-Dame plumas, por favor, que me muero de frío.
A Dios no le había sobrado ninguna pluma.
-Cada ave te dará una pluma-decidió.
Así obtuvo el murciélago la pluma blanca de la paloma y la verde del papagayo, la tornasolada pluma del colibrí y la rosada del flamenco, la roja del penacho del cardenal y la pluma azul de la espalda del martín pescador, la pluma de arcilla del ala de águila y la pluma del sol que arde en el pecho del tucán.
El murciélago, frondoso de colores y suavidades, paseaba entre la tierra y las nubes. Por donde iba, quedaba alegre el aire y las aves mudas de admiración. Dicen los pueblos zapotecas que el arco iris nació del eco de su vuelo.
La vanidad le hinchó el pecho. Miraba con desdén y contestaba ofendiendo.
Se reunieron las aves. Juntas volaron hacia Dios.
-El murciélago se burla de nosotros-se quejaron-. Y además, sentimos frío por las plumas que nos faltan.
Al día siguiente, cuando el murciélago agitó las alas en pleno vuelo, quedó súbitamente desnudo. Una lluvia de plumas cayó sobre la tierra.
Él anda buscándolas todavía. Ciego y feo, enemigo de la luz, vive escondido en las cuevas. Sale a perseguir las plumas perdidas cuando ha caído la noche ; y vuela muy veloz, sin detenerse nunca, porque le da vergüenza que lo vean".
Eduardo Galeano. "Memoria del fuego"
Me encanta este cuento. Es todo poesía y su enseñanza es universal. Cuando tengamos la tentación de caer en la vanidad hueca y superficial tenemos que acordarnos del pobre murciélago, que terminó más feo y más ridículo de lo que fue jamás.
Hasta la próxima. Volveré con un cuento de filosofía de un libro que leí este verano y me enseñó muchas cosas que compartiré con vosotros. Ciao.

CONTRA LA VANIDAD...

jueves, 7 de octubre de 2010

Ya tenemos premio Nobel de Literatura. Esta vez un autor en español, Mario Vargas Llosa, eterno aspirante. Por lo menos, uno que no se ha muerto antes de que se lo den. A propósito de Vargas Llosa, he leído hace poco una temperamental anécdota del escritor peruano que lo enfrentó a su colega García Márquez, otro Nobel hispano. Es la siguiente: En 1976, tras acabar la proyección privada de una película titulada “La Odisea de los Andes”, el escritor Gabriel García Márquez se acercó a su colega Mario Vargas Llosa con la intención de saludarlo, ya que hacía tiempo que no se veían. En aquel instante el novelista peruano, sin mediar palabra, le propinó un fuerte puñetazo en la mandíbula que lo dejó tirado sobre la alfombra del teatro. Antes de que nadie tuviera tiempo de reaccionar, Vargas Llosa abandonó el lugar dejando a todos los presentes completamente desconcertados. Hasta aquel momento había existido una gran amistad entre ambos escritores, y García Márquez declaró que desconocía totalmente los motivos de la agresión. Posteriormente, tras muchas conjeturas, los mentideros literarios llegaron a la conclusión de que Vargas Llosa se dejó llevar por la ira al enterarse de que Gabo había aconsejado a su esposa Patricia que se separara de él, debido a que estaba viviendo un tórrido romance con una modelo norteamericana.
Para que luego digan que los intelectuales son la "créme de la créme". Al fin y al cabo todos somos humanos. Esta anécdota está incluida en un libro-joyita que se titula "Lo que Robinson Crusoe le contó a Lolita" de Ana Andreu Baquero (que, por cierto, es de Albacete)

lunes, 27 de septiembre de 2010

Os voy a recomendar un par de libros entre góticos y de terror. Son de un escritor francés del siglo XIX, Guy de Maupassant. Esta recomendación va dirigida sobre todo a Banderworld, el seguidor más incondicional del blog. Seguro que le gustarán:
-"El Horla y otros cuentos fantásticos"
-"La vendetta y otros cuentos de terror"
El primero de ellos está en la biblioteca del centro. Son de la editorial alianza. Espero que os animéis y os gusten tanto como a mí.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Y ahora mis chicos de 2º

Bienvenidos a clase, mis tormentos del pasado. Quiero felicitaros porque los profes nuevos que os dan clase dicen que sois un grupo muy majo, trabajadores y callados ¿?. No os podéis imaginar lo que me alegro, será que habéis madurado un poco. Las malas lenguas creen que dicen eso porque no os conocen todavía (entre esas malas lenguas me incluyo yo, vale, lo confieso), pero yo estoy segura de que nos podéis dar una gran sorpresa y ser un curso majo y trabajador, en vuestras manos está.
Os presento el primer texto literario que vamos a trabajar en este tema. Son unos artículos de opinión que escribe uno de los mejores articulistas de este país y el más deslenguado también, ya lo veréis. Muchos de los textos que vamos a trabajar este curso los voy a incluir en el blog para evitar las fotocopias (ya sabéis aquello del ahorro...). Como la mayoría de vosotros dispone de Internet, os resultará fácil realizar así los ejercicios de comprensión lectora. Y ahora allá va el ácido Pérez Reverte, a veces, demasiadas, con más razón que un santo. ¡Ah! se me olvidaba, admito y necesito comentarios para mantener esto vivo y que se pueda convertir en intercambio de opiniones.
I.-CUÁNTO LO SENTIMOS TODOS
“Como saben los lectores veteranos, esta página hay que escribirla un par de semanas antes de su publicación. Pero arriesgo poco suponiendo que, cuando ese ruido de teclas salga a la luz, el asunto de Jokin, el muchacho que se suicidó en Fuenterrabía desesperado por el acoso de sus compañeros de clase, a nadie importará ya un carajo. No puedo tener la certeza de que sea así, claro. Ojalá no. Pero conociendo el paisaje y el paisanaje, imagino que habrá otros sucesos que ocupen la atención de la gente, y que en su instituto ya nadie andará poniendo velitas, ni notitas con mensajitos, ni soltando lagrimitas, ya saben, Jokin, perdónanos, amigo, colega, no supimos defenderte, fuimos cobardes y cobardas, nos morimos de remordimientos, etc. Lo bueno de los remordimientos es que tienen fecha de caducidad, como los yogures y las mujeres guapas, y pasado cierto tiempo se diluyen, y la vida sigue. Uno enciende la velita, pone cara solemne y afectada para el telediario, se abraza llorando a la compañera de clase, y listo. El muerto al hoyo, y el vivo al bollo. Lo que sí espero es que la familia haya perdonado lo imprescindible, y que aún estén buscándoles las vueltas a los malnacidos que martirizaron a Jokin-que las respectivas madres no se den por aludidas, sólo es una metáfora literaria-y sobre todo a los no tan jóvenes malnacidos-otra metáfora literaria –profesores, educadores o lo que diablos sean, que debían haber evitado aquello, y no lo hicieron.
Pero lo de Fuenterrabía ya no tiene remedio, y en realidad yo quería más bien quedarme con la copla. El caso del chico acosado y sometido a vejaciones por sus compañeros, su silencio para que no lo llamasen chivato, su desesperación al no verse defendido por los compañeros, o por los profesores, es viejo y se repite cada día, en numerosos centros escolares. Recuerdo bien a otro crío de doce o trece años-ahora debe tener cincuenta y tres, más o menos-que era solitario e iba a su rollo, y en circunstancias similares pasó un tiempo ganándose con los puños el respeto de ciertos compañeros de clase. Pero eso no siempre es posible ni aconsejable. No todo el mundo tiene la suerte de poder convertir su soledad en un grito de pelea. No todos los jovencitos son duros, ni el colegio es el patio del talego. Para montárselo de autónomo hace falta mucha seguridad en uno mismo, y estar dispuesto a pagar el precio; sobre todo ahora, que esa murga del buen rollito, la integración y la pandilla guay del Paraguay sale en la tele y está de moda. Son otros tiempos, además: el estilo bajuno se impone en todas partes, y a tales padres corresponden tales hijos. Tampoco los profesores tienen los medios para mantener la disciplina, y este absurdo sistema educativo en que nos pudrimos lo pone más difícil todavía. Ahora, miras mal a un alumno y vas listo. Los pequeños cabroncetes se las saben todas. Y los padres son como el perro del hortelano: ni educan, ni dejan educar. Así que paso mucho, oye. Cada sociedad tiene lo que se gana a pulso.
Y una última reflexión. No sé ustedes, pero yo empiezo a estar harto de tanta lagrimita, tanto osito de peluche, tanta velita encendida y tanto cuento lagrimeante a toro pasado. Aquí todo lo arreglamos con póstumas mariconadas-otra metáfora, hoy estoy que las vendo-, manifestándonos de la mano compungidos y llorosos. Lo mismo después de tragedia de un instituto, que con una mujer asesinada por su marido, o con la víctima de un atentado terrorista. Perdónanos, Manolo, discúlpanos, Concha, excúsanos, Ceferino. Sabíamos y no hicimos nada, oímos y nos tapamos las orejas, vimos y nos tapamos los ojos, olimos y nos tapamos la nariz. Fuimos amigos, vecinos, profesores, jueces, concejales, alcaldes y no quisimos complicarnos la vida. Gobernamos y fuimos incapaces de prever. Snif. Nadie es perfecto. Así que lo siento mucho: pancarta, vela encendida al canto, ego me absolvo. Amén. Las lágrimas de cocodrilo siempre fueron baratas.”
II.-VOMITANDO EL YOGUR
“Me las cruzo en la misma esquina. Y son alumnas, me parece. De algo. Modelillos pedorras con aspiraciones. Van en grupitos, con bolsas en la mano, altas y flaquísimas, mirando el horizonte como si anduvieran por esa pasarela de modelos donde sueñan-las pobres gilipollas- con hacerse famosas y, lo que ya sería lo más de la fama y del glamour, ligarse a un millonetis o a un chulo italiano. Las veo pasar, digo, con menos carne que una bicicleta, tan esqueléticas que dan ganas de invitarlas a un “Pans and Company” que hay aquí cerca, en plan come algo, hija, por Dios, que tú te verás muy Esther Cañadas y muy fashion, o así, pero la verdad es que da lástima veros a la Cañadas y a ti. Que la penúltima que me encontré de ese calibre fue en África, y tenía un buitre cerca, esperando a que dejara de respirar para hacerse un bocata con sus pellejos.
Se creen atractivas, supongo. Se creen que están buenas que se rompen, las cretinas; o que, en ausencia de buenez, eso les da atractivo y las asemeja a la gente que sale en la tele y el cine y las revistas que nos meten por los morros.
Así va la cosa, y no sólo con las pavas, sino con tíos como castillos que andan vomitando el yogur, bulímicos perdidos, prisioneros todos de esa enfermedad que es mentira que sólo ataque a las niñas pijas y a los majaretas, sino que se extiende por todas partes, propaganda por la tele, el cine y la moda; y se contagian las madres que acaban de parir y se ven feas, y los que ahora sustituyen la iglesia por el gimnasio-no sé qué es peor-, y los que van a una tienda joven en busca de una talla 40 y les dicen no, mire, vaya a la sección de morsas adultas. Y así sucede que la señora del súper, ahora que llega el verano, se queje de que no vende más que pasteles de espinacas-en septiembre, comenta, vendrán ansiosos a atiborrarse de dulces-; y también ocurre que en estas fechas de ombligos al aire y cuerpos descremados con bífidos poliactivos, las radios y la tele y las revistas están llenas de irresponsables dietas de mierda que algunos imbéciles e imbécilas siguen a ojos cerrados, mientras florece, cual setas venenosas, una legión de medicuchos y charlatanes de feria que se forran estafando a la gente con consejos que deberían guardarse para la madre que los parió. Y así conseguimos, entre todos, que la joven adolescente cuyo cuerpo se redondea-lo que es una maravilla y un hermoso regalo de la vida-se avergüence y sufra y se odie a sí misma, y anhele ser como su compañera de pupitre, escuchimizada a base de engañarse, no comer y echar lo que traga en el cuarto de baño. Y conseguimos que el joven gordete, alegre, monitor voluntario de chavales pobres o abuelos solitarios, crea que su novia lo ha dejado por unos kilos de más o menos, y eso le amargue la vida, y lo destroce, y se arruine la salud negándose a comer y volviéndose un perfecto idiota acomplejado e infeliz. Todos esos, fíjense, también son crímenes que dañan, enferman y matan…”
III.-BAJA ESTOFA
“Hay días en que ya no aspiras en absoluto a que cambie el mundo-a estas alturas sabes que no hay más cera que la que arde-sino sólo a que este mundo te dé por saco lo menos posible.
Ayer fue uno de esos días de los que les hablo, y empezó precisamente con las mondas de naranja. Conducía rumbo al aparcamiento en el que dejo el coche cada vez que bajo a Madrid; y en plena calle Mayor se detuvo a mi lado un coche con un par de varones jóvenes. Pese a mis ventanillas cerradas pude oír el pumba-pumba de la música que llevaban a todo volumen. El que estaba más próximo a mí tenía el pie calzado con zapatilla de tenis sobre el salpicadero, pelaba una naranja y se comía los gajos, deshaciéndose de las mondas por el método más natural y espontáneo: dejarlas caer a la calle. Lo miré, me miró, se volvió un poco a su compañero como para comentarle qué estará mirando ese gilipollas, y siguió tirando como si tal cosa.
Aparqué en el subterráneo, unos metros más allá. Cerré el coche y me disponía a subir por la escalera cuando llegó una pareja, hombre y mujer, treintañeros ambos. Iban cogidos de la mano, vestían de forma razonable. Ella parecía, incluso, elegante. Les cedí el paso-nadie dijo nada, por supuesto-, y cuando subía detrás de ellos, el varón carraspeó para despejarse la garganta, se volvió de lado y escupió, justo en el peldaño donde yo me disponía a poner el pie, un gargajo de generosas dimensiones. Sorteé el lapo como pude. Salí a la calle y lo vi alejarse, satisfechos de la vida, moviendo ella el culo, encantada, supongo, de ir de la mano de aquel animal de bellota. Y es que, reflexioné, algunos tíos que vienen directo de la porqueriza lo traen escrito en la cara, pero el alma de las mujeres es insondable. Me equivocaba o eso era antes. Ahora el alma de las mujeres es sondabilísima. Por lo menos, el alma de la que estaba en la Plaza Mayor conversando con otra en voz muy alta. Le calculé cuarenta, de aspecto normal. Clase media. Hablaba con una ordinariez indescriptible; y acto seguido, para rematar, fue a sentarse al banco de piedra de una de las farolas, bien espatarrada, en una actitud bajuna que ni siquiera una furcia de barrio marinero se habría permitido hace diez años. Espero que no le dé ahora por rascarse el …, pensé. Sería demasiado para un solo día.
Y ahora viene la pregunta. Los porqués. O la reflexión. A esa chusma que cruzó por mi vida en el breve espacio de media hora no hay forma de prohibirles que salgan a la calle, naturalmente. Tienen derecho a frecuentar lugares públicos, ir al cine, entrar en restaurantes, viajar en metro o en autobús. Tienen derecho a vivir. Y no sólo eso, sino que el mundo gira cada vez más en torno a ellos, se adapta a sus gustos y costumbres. Ellos pagan con el dinero de su trabajo, ellos mandan, ellos educan; hasta el punto de que, poco a poco, ese ellos termina convirtiéndose en nosotros. Con nuestras mondas de naranja, y nuestros lapos y nuestros espatarre. Y en semejante panorama, mantener disciplinas actitudes exteriores que reflejen y apoyen una actitud moral distinta, no sólo es un acto anticuado, inútil, sino socialmente peligroso. Sitúa a quien lo ejercita en la mala coyuntura de pasar como un reaccionario, por un tiquismiquis gruñón. Por un antiguo y perfecto gilipollas. Y la lógica es aplastante: por qué no ser por fuera lo que somos por dentro. Por qué sacrificarnos con reglas incómodas, pudiendo estar cómodos y naturales. Por qué guardar las mondas de naranja en el bolsillo, si tenemos el suelo a mano. Por qué no hacer oír a los demás la música que nos encanta, o no sacar los pies por la ventanilla si de ese modo se ventilan. Por qué quitarnos la puta gorra de béisbol al entrar en un restaurante, si puesta en la cabeza no se nos olvida al salir. Por qué aguantarnos las ganas de escupir y despejar la garganta. Por qué sentarnos con las rodillas juntas si estamos más relajadas y frescas abiertas de piernas.
Somos así de absurdos. O de estúpidos. Siglos de esfuerzo intentando educar al ser humano, y describir ahora que maldita la falta que nos hace.”
IV.-POR TRES COCHINOS MINUTOS
“A ver si consigo que me leas con atención, Fulano o como te llames. Hace poco me mataste a un amigo. Y digo amigo porque lo era. De verdad. No le había visto la cara nunca, pero eso no importa. Lo era, repito. Leía mis libros, y también esta página cada semana. Tenía veintiocho años, era bien parecido, deportista, corría diez kilómetros cada día. Buena pinta, sano y fuerte. Además era un tipo sencillo, noble, derecho, con sentido del honor como los de antes, con palabra, apretón de manos franco, y todo eso. Con sentido del humor, además, lo que era un regalo, un don de la existencia para quienes estaban con él. Había aprendido a disfrutar de la vida con dignidad y decencia. Hay gente que vive noventa tacos de almanaque y nunca llega a ser tan sabia y lúcida como lo era él. Amaba el mar, como yo. Tenía una familia, una novia, unos amigos. Tenía una perra que ahora la busca con ojos tristes y leales, moviendo el rabo esperanzada cada vez que alguien roza la puerta. Tenía un futuro. Si tú se lo hubieses permitido, habría llegado a ser un tipo de esos que hacen el mundo soportable en vez de una cloaca sucia y oscura, a merced de irresponsables como tú.
También tenía una moto, aunque no era uno de los que van haciendo el cimbel como suicidas prematuros. Aquella mañana circulaba despacio, cerca de la playa, con el casco puesto y guardando las precauciones adecuadas. Y ése fue el momento que elegiste, maldita sea tu estampa, para salir desde la gasolinera a toda velocidad, saltándote tres carriles antes de girar en dirección prohibida, a fin de ahorrarte los cien metros hasta el siguiente cambio de sentido. Llevabas a tu mujer y a tu hijo en el coche, y aun así hiciste esa pirula. Te jugaste su vida y la de ellos por ganar tres minutos, y arrancaste de cuajo la de otro. Le diste de lleno, clac. Moto y motorista a tomar por saco. Doce días en coma, luchando entre la vida y la muerte. Y luego, ya sabes. Como esos aparatitos de las películas: la línea recta en el monitor. Piiiii. Pero no era una película, sino la vida de un joven lleno de esperanzas y sueños. Por usar un lenguaje de cine y que lo entiendas, cretino: cuando matas a alguien le quitas todo lo que tiene y todo lo que podría llegar a tener.
Por supuesto, ahora estás en la calle, tan campante. Los miserables como tú no van a la cárcel. Ignoro exactamente qué te cayó, si es que fue algo además de tres meses sin permiso de conducir. Si la gentuza de tu calaña fuera al talego cada vez que despacha a alguien, las cárceles iban a parecer el camarote de los hermanos Marx. No hay más que veros al volante, inconscientes, letales, a toda leche, creyéndoos inmortales. Seguros, como fue tu caso, de que si alguien la palma, será otro. Así que imagino que a estas alturas ya estarás conduciendo de nuevo, como si nada. Los jueces son tan comprensivos en esto, por lo general; y en cierta forma toco madera, porque la vida da muchas vueltas y nunca se sabe. Ignoro si un día seré yo quien tenga que verse ante un juez. Pero tales son las contradicciones de la vida. Además, lo mío son sólo hipótesis: no suelo ahorrarme esos cien metros hasta el cambio de sentido, ni me salto los carriles de tres en tres, ni circulo como un majara. Lo tuyo es una realidad: estoy hablando de ti y de tu caso. No tengo toda la información, pero sí la sospecha de que, en vez de prohibirte conducir durante el resto de tu vida, o mandarte a trabajar, por ejemplo, al hospital de tetrapléjicos de Toledo, ayudando a gente a los que otros como tú jodieron la vida, supongo que la Justicia, benévola, habrá permitido que te redimas con el pago de una multa. Es lo que suele. Y ahora ni remordimientos tienes, ¿verdad? Parece mentira la capacidad de supervivencia y egoísmo del ser humano. Cómo nos convencemos a nosotros mismos de que la mala suerte, el destino, etc, tuvieron la culpa. Al final siempre resultamos asquerosamente inocentes. De todo. Y quién te ha visto y quién te ve. Quién reconocería ahora en ti al doloroso mierdecilla que se justifica ante los guardias, desolado, frente al cuerpo tirado en el suelo, aquel día de la gasolinera. Pasa el tiempo, y nos justificamos y si los dolores propios terminan diluyéndose en el recuerdo, para qué decir de los dolores ajenos.
Por eso escribo hoy esta página. Para recordártelo. Para contar que me arrebataste un amigo al que nunca llegué a conocer. Para decirte que ojalá revientes. Cabrón.”

Terminó el verano

¡Qué pereza! La vuelta a la rutina y al trabajo siempre es dura, pero reconforta saber que hay rutina y, sobre todo, que hay trabajo. Con la que está cayendo es de agradecer tener un horario para protestar y unos alumnos para ¿disfrutar? (sí, es broma). Bienvenidos a clase. No sé la ilusión con la que empezáis, pero un nuevo curso siempre es un reto y una oportunidad para crecer como personas. Muchos de los trabajos que vamos a hacer este curso en 1º y en 2º los voy a dejar en el blog por eso del ahorro de fotocopias (ya sabéis que nuestros políticos nos han pedido que arrimemos el hombro y que ahorremos todo lo que ellos derrochan a manos llenas, pero eso es otro tema tan aburrido que mejor dejamos caer un tupido velo).
Os presento el primer tema de literatura de 1º de ESO, una bonita historia de mitología. Espero que os guste:
LA HISTORIA DE POLIFEMO Y GALATEA
“Cerca de Sicilia hay una montaña en cuyo interior se esconde una enorme gruta. La entrada está defendida por unos troncos. Una intrincada maraña de árboles impide la entrada de la luz del día y de aire puro a la caverna, y dentro de la cueva una turba de aves nocturnas gimen con tristeza, confundidas por la oscuridad del lugar. Esta enorme gruta es la morada del gigante Polifemo, a quien todos temen en aquellos montes.
Polifemo es un cíclope, hijo del feroz dios Neptuno. Su cuerpo es tan grande como un monte; en su frente brilla un solo ojo, que podría competir en grandeza con el propio sol; y su cuerpo es tan grande que utiliza como bastón el pino más alto y más fuerte de la sierra.
Tiene el cabello negro y largo, que le cae sobre los hombros sucio y desordenado. La barba, áspera e hirsuta, cubre la cara del gigante e incluso cubre su pecho. Jamás la peina, y solo algunas veces trata con los dedos, sin conseguirlo, ordenarla.
Ninguna fiera ha sido tan cruel como Polifemo, y todos los animales temen su brutalidad, pues caza incluso a las fieras más temibles.
Siempre lleva colgando de su hombro un zurrón rebosante de fruta para el camino. Allí esconde peras, manzanas, castañas y cuantos frutos ofrecen los campos.
Polifemo utilizó cien cañas unidas con cera y cáñamos para construir su zampoña. Y con ella toca una música tan horrible que, cuando la hace sonar, el bosque entero se inquieta, el mar se altera y el dios Tritón provoca las tormentas.
Polifemo está enamorado de Galatea, hija de Doris y Nereo. Es la ninfa más bella de cuantas han existido. Sus ojos son dos luminosas estrellas que brillan sobre su piel, tan blanca como la pluma del cisne. Los dioses y los hombres se enamoran de su belleza, pero ella desdeña sus palabras de amor.
Un día Galatea se sentó a descansar bajo un laurel, protegiéndose del sol ardiente. El canto de unos ruiseñores hacen que se quede dormida. Sin que ella se dé cuenta, se acerca el joven Acis. Acalorado, lleno de polvo el cabello y sudando, se dirige a la fuente y bebe el cristalino líquido. De reojo, mira a la muchacha dormida.
Acis era un joven hermoso. Había nacido de un fauno, medio hombre, medio fiera, y de una hermosa ninfa. Acis no puede dejar de mirar a la hermosa Galatea. Decide ofrecerle un regalo cuando despierte y pone en un cestillo de mimbre almendras frescas mondadas y miel recién cogida.
Aprovecha el sueño de Galatea para lavar su cuerpo en el arroyo. Pero el ruido despierta a la joven. A su lado encuentra los regalos y su primer impulso es huir. No obstante, se tranquiliza al no ver a quien ha dejado esos regalos junto a ella.
El amor dispara una flecha que se clava en el corazón de la dulce Galatea. La curiosidad puede más que el miedo y quiere saber quién le ha hecho tales regalos. Busca entre las plantas y ve a un joven dormido en la hierba. Es Acis, que está simulando el sueño pensando que así conseguirá más fácilmente el amor de Galatea.
Creyéndole dormido, Galatea se inclina sobre él y le contempla tranquilamente. Admira la belleza de Acis: su piel parece muy suave, su cabello es del color del sol cuando se pone, en su cara apunta un bozo apenas visible. No aparenta más de dieciséis años.
Acis vigila atento el rostro de su amada por el pequeño hueco que dejan sus párpados entreabiertos. De pronto parece despertar del fingido sueño y se levanta. De pie se aprecia mejor la gallardía de su persona. Sin previo aviso, se arrodilla e intenta besar los pies de Galatea que, asustada, intenta huir.
Mas él se disculpa y Galatea, risueña, le consiente que se quede con ella. En un rincón, a la sombra, se sientan los dos jóvenes. Dos palomas que se arrullan los incitan al amor. Acis intenta tocar la piel suave de los brazos de su amada, pero Galatea lo esquiva. Solo tras muchos intentos consigue Acis robar un beso.
Está a punto de ponerse el sol. Polifemo, el fiero gigante, se ha sentado en lo alto de una roca y comienza a cantar al son de la música de su zampoña. Galatea escucha esa música y en ese momento preferiría ser una hierbecilla, una flor o un poco de tierra, para escapar así de los celos del cíclope.
Galatea, asustada, abraza a su amigo y juntos escuchan la canción de Polifemo:
“Oh, bella Galatea, más suave que los claveles de la aurora, más blanca que el cisne, cuyos ojos son más hermosos que las estrellas del cielo. Sal de las aguas, pisa la arena de la playa, que recogeré las conchas sobre las que hayas puesto tus gráciles pies.
Hija del mar insensible a mis ruegos, escucha al menos una vez mi voz. Es cierto que solo soy pastor, pero tan rico que mis rebaños cubren los valles más amplios. Soy hijo de Neptuno, dios del mar.
No te escondas, que es Polifemo quien te llama: un esposo de tanto valor y grandeza que el sol nunca lo vio tan robusto. Sentado, mi mano alcanza el dulce fruto de las ramas más altas; de pie, mi cuerpo da sombra suficiente para proteger del sol a innumerables cabras. Me conozco: un día, el mar azul en calma me sirvió de espejo. Me miré y me agradó mi figura. Soy grande y mi único ojo brilla como el sol.
En otro tiempo colgaban en mi cueva, como trofeos, cabezas humanas, cabezas de caminantes extraviados; pero hoy, por tu amor, mi cueva sirve de albergue al peregrino que, si perdió su ruta, halla en ella buena acogida.”
Unas cabras mordisqueando unas vides interrumpen el canto de Polifemo. Enfadado porque pisoteaban los brotes más tiernos, da tantas voces y lanza tantas piedras con su honda que llegan hasta donde están Acis y Galatea.
Asustados los dos enamorados por las voces y las piedras, se separan y corren velozmente. Polifemo ve a Galatea corriendo hacia el mar. Ve después al bello joven y lanza un grito de celos que hace sacudirse a los árboles como lo haría una tormenta.
Con enorme y violento esfuerzo, Polifemo arranca la mayor roca de la montaña y la arroja sobre el joven que huye. La roca alcanza de lleno a Acis, lo aplasta y lo tritura…
Con lágrimas en los ojos por la suerte de su amado, la ninfa llama a las diosas del mar. Todas acuden en su ayuda y convierten en cristal puro la roca que ha aplastado a Acis. La sangre del joven se desvanece transformada en agua. La corriente viaja rozando las flores hasta llegar a Doris, el mar, quien acoge con piadoso llanto a su yerno muerto. A la vez le aclama como divinidad, pues ha sido transformado en río. Y la corriente aún hoy conserva su nombre: Acis.”
“Fábula de Polifemo y Galatea”. Luis de Góngora (adaptación)

miércoles, 21 de abril de 2010

De piratas y otras hierbas

¡Pobre blog, qué abandonadico lo tengo! Es que ya no me da tiempo a muchas cosas de las que antes disfrutaba, pero qué se le va a hacer, es lo que tiene no vivir en Moncloa, ser la primera dama y sentirse como en una sartén hirviendo o en una jaula dorada (Sonsoles Espinosa dixit...). Una humilde currita como yo debe atacar muchos frentes abiertos a todas horas, eso sí, sin jaula y sin sartén.
Os voy a comentar ahora una de piratas. Los políticos, en general, siguen una máxima como los cristianos los mandamientos (bueno, no, mucho mejor). La máxima es "haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago". Un hacker de los buenos, Ángel Badía, vive en Houston desde 1999 cuando intentaron empapelarlo por su página de descargas "El vino y el jamón". Y desde allí vendrá para juzgar a este gobierno restrictivo y con afán de prohibir todo aquello que les pasa por el magín. Planeó su venganza y voilà, aquí está: tras un mes de investigación descubrió que el gobierno en pleno se descarga todo lo que se mueve, de la A a la X (esto mucho más, claro). Su objetivo era la Sinde, la ministra más querida por los ratones y los PCs. Ahora, una vez estallado el escándalo, los políticos se "bunkerizan" y dejan a los funcionarios con el culo al aire. Según ellos, son los trabajadores de los ministerios los que se descargan pirateando. Pero Badía, ha mordido presa y no piensa soltarla: no vale esa excusa, las descargas las hace gente con acceso ilimitado a Internet, no un simple funcionario. Señores, sean más serios y no carguen el muerto siempre a los curritos de a pie. Badía promete seguir investigando y yo, si me entero de algo, de irlo contando. Hasta otro día. Ciao.

jueves, 15 de abril de 2010

Cambio de imagen

Como habréis observado he cambiado la imagen del blog. La anterior, un cuadro precioso, pertenece al blog de un pintor que se llama Miguel Reche y como la imagen puede estar protegida por derechos de autor, la retiro. Hoy en día puede acudir presto cualquier inspector de la SGAE o cualquier otra organización que se desvela por los derechos de autor y desplumarte vivo ( y bastantes plumas está perdiendo ya una...) Como dice mi compañero Antonio, no hay cosa peor que un tonto con tiempo y éstos no sé como serán de tontos, pero tiempo, tienen un rato largo.

martes, 6 de abril de 2010

Una historia sobre el lenguaje con moraleja

Sé que a algunos de vosotros os gusta la filosofía y os traigo aquí un fragmento de un libro muy divertido sobre filosofía (que le quita hierro y es muy entretenido) que se titula "Filosofía para bufones" de Pedro González Calero:
REZAR Y FUMAR
“Sin duda alguna el tema estrella de la filosofía del siglo XX es el lenguaje. Muchos filósofos han insistido en que los hablantes no somos los dueños del lenguaje, sino que más bien estamos sujetos a él. Pero, aunque esto sea verdad, en el sentido de que sólo podemos decir aquello que el lenguaje nos deja decir, lo cierto es que también hay un uso persuasivo del lenguaje, de tal manera que es posible usar el lenguaje para influir en los demás y conseguir nuestros propósitos. Un ejemplo de ese uso persuasivo asoma en la siguiente historia que, con distintas variantes, aparece tanto en la tradición india como en la japonesa o en la europea. En la versión europea el protagonista es un jesuita, ya que los miembros de esa orden tenían fama de ser muy astutos e inteligentes, y dice así:
Dos sacerdotes de órdenes distintas, los dos fumadores empedernidos, fueron a hablar con el Papa y le consultaron si les podía estar permitido fumar mientras oraban a Dios.
Pasó primero uno de ellos a hablar con el Papa y le preguntó si podía fumar mientras rezaba, recibiendo de parte de su Santidad una rotunda negativa, además de un severo reproche.
Llegó entonces el turno de un segundo sacerdote, el jesuita, y le formuló la misma pregunta al Papa, sólo que con un ligero cambio.
-¿También se ha enfadado contigo?-le preguntó el otro sacerdote cuando lo vio salir de la entrevista.
-Al contrario, se ha puesto muy contento.
-¿Pero tú le has preguntado que si podemos fumar mientras rezamos?
-Sí, sólo he tenido que cambiar un poco el orden de las palabras, le he preguntado que si podemos rezar mientras fumamos”.
¿Crees que el lenguaje es tan importante en nuestras vidas para conseguir todo aquello que queremos?
¿Te atreves a buscar una historia de tema filosófico para que todos la leamos? ¡Anímate!

jueves, 25 de marzo de 2010

Una de amor para todos los días

Todos los poemas de amor son bonitos porque todos tienen algo que, de una manera u otra, nos emociona, nos entristece o nos reconforta. De entre todos los que he leído a lo largo de mi vida (tengo que confesar que soy más de narrativa, quizá por esa mentalidad práctica que tenemos muchas mujeres) hay uno que me gusta por la sencillez del amor cotidiano que refleja, la entrega que todos los días hacemos a las personas que queremos. Espero que os guste y os anime a escribir alguno que os haya gustado. Au revoir.
Poema "Eso Era Amor" de Angel González
"Le comenté: —Me entusiasman tus ojos.
Y ella dijo:
—¿Te gustan solos o con rimel?
—Grandes, respondí sin dudar.
Y también sin dudar me los dejó en un plato y se fue a tientas."
Ángel González

martes, 23 de marzo de 2010

¡Qué bueno el reno Renardo!

Gracias BW por alegrarme la noche con los irreverentes del reno Renardo y su "Hasta la polla". Es bueno tener contacto con adolescentes irónicos como vosotros que provocan tu risa y tu evasión del hartazón del día de hoy. Recomiendo a todo el mundo el título "Hasta la p..." del reno Renardo y a los mayorcetes, la de los 80, ¡qué recuerdos! ¡y qué tiempos aquellos que hoy parecen a años luz!.
No me lío más y paso a contaros la historia de una rana:
"Un grupo de ranas viajaba por el bosque, cuando de repente dos de ellas cayeron en un pozo profundo. Las demás se reunieron alrededor del agujero y, cuando vieron lo hondo que era, le dijeron a las caídas que, para efectos prácticos, debían darse por muertas. Sin embargo, ellas seguían tratando de salir del hoyo con todas sus fuerzas. Las otras les decían que esos esfuerzos serían inútiles. Finalmente, una de las ranas atendió a lo que las demás decían, se dio por vencida y murió. La otra continuó saltando con tanto esfuerzo como le era posible. La multitud le gritaba que era inútil pero la rana seguía saltando, cada vez con más fuerza, hasta que finalmente salió del hoyo. Las otras le preguntaron: “¿No escuchabas lo que te decíamos?” La ranita les explicó que era sorda, y creía que las demás la estaban animando desde el borde a esforzarse más y más para salir del hueco."
La palabra tiene poder de vida y de muerte.Una voz de aliento a alguien que se siente desanimado puede ayudarle a terminar el día, mientras que una palabra negativa puede acabar por destruirlo. Cualquiera puede decir palabras que roben a los demás el espíritu que les permite seguir la lucha en medio de tiempos difíciles. Tengamos cuidado con lo que decimos, pero sobre todo con lo que escuchamos.
Y tú, ¿qué rana eres? ¿la que se hunde, la que desanima o la que, sorda gracias a Dios, sale a flote?

sábado, 20 de marzo de 2010

De evasión

Como es fin de semana, puente largo para relajar cuerpo y mente, os voy a dejar un enlace para tres vídeos que me han gustado mucho: uno es muy divertido y está protagonizado por un simple muñeco de gomaespuma, otro es un anuncio corto que te hace pensar y el tercero es un vídeo musical de un grupo franco americano muy original que juega con la pintura. Espero que os gusten:
http://www.el confidencial.com/videos/muneco-gomaespuma-comico-20100313-2198.html
http://www.el confidencial.com/videos/plasticos-mar-animales-marinos-20100313-2198.html
http://www.el confidencial.com/videos/obra-arte-musical-20100306-2192.html

jueves, 18 de marzo de 2010

Nosotros nos quejamos...

Vosotros os quejáis y ellos... no se quejan. A ver, me explico, nosotros somos los sufridos maestros y profesores, vosotros sois vosotros, claro, los que sentados esperáis la voz divina que os diga "levántate y anda", pero os estáis sordos o la voz divina se despistó hace mucho tiempo porque lo que es andar, os movéis más bien poco. Y ellos (los que están por encima del bien y del mal, los que diseñan los sistemas educativos y quieren construir los hombres del día de mañana, no se quejan porque les va de fábula, no son ellos los que están en las aulas ni sufren lo que sufrimos nosotros ni vosotros.
Con lo de sufrir me refiero a las clases en las que es imposible establecer conexiones entre vosotros y nosotros, a aquellos momentos en los que estamos a años luz. Y ahora, a lo que voy, me gustaría que opinárais sobre la siguiente cita sobre esas conductas que trastornan el aula. Espero que el tema os resulte atractivo y perdáis el miedo a meteros en el blog. Tres cuestiones: ¿de verdad se "sufre" en la enseñanza?¿Estás de acuerdo con la cita de Juan Vaello?¿Con qué tipo de profesores te sientes más cómodo?
"Ante la conducta disruptiva de un alumno, Juan Vaello considera “absolutamente indispensable” la actuación en equipo de los profesores y la importancia de sustituir las amenazas por advertencias. “La diferencia es que las amenazas rompen el lazo de empatía entre el profesor y los alumnos con lo cual el profesor pierde un referente de poder sobre ellos, es decir, se abren brechas donde tendría que haber puentes, mientras que las advertencias son una representación de uno de los principios que yo defiendo que es la firmeza calmada y empática, es decir, corregir sin crear resentimientos".

miércoles, 17 de marzo de 2010

Cher frère blanc,Quand je suis né, j‘étais noir,Quand j’ai grandi, j‘étais noir,Quand je suis au soleil, je suis noir,Quand je suis malade, je suis noir,Quand je mourrai, je serai noir.
Tandis que toi, homme blanc,Quand tu es né, tu étais rose,Quand tu as grandi, tuétais blanc,Quand tu vas au soleil, tu es rouge,Quand tu as froid, tu es bleu,Quand tu as peur, tu es vert,Quand tu es malade, tu es jaune,Quand tu mourras, tu seras gris.
Alors, de nous deux,Qui est l’homme de couleur?
(El poema dice más o menos: Querido hermano blanco, / cuando yo nací, era negro, / cuando crecí, era negro, / cuando estoy al sol, soy negro, / cuando estoy enfermo, soy negro, / cuando muera, seré negro. // En tanto que tú, hombre blanco /, cuando tú naciste, eras rosa, / cuando creciste, eras blanco, / cuando te pones al sol, eres rojo / cuando tienes frío, eres azul / cuando tienes miedo, te pones verde, / cuando estás enfermo, eres amarillo, / cuando mueras, serás gris. // Así pues, de nosotros dos, / ¿quién es el hombre de color?)
Este es un poema de Léopold Senghoor, un escritor y político senegalés del siglo XX y uno de los pensadores más influyentes de África (ese continente tan quemado y no sólo por el sol). Disfruta de su lectura y de su enseñanza, hombre de colores.

martes, 16 de marzo de 2010

Una fábula con miga...

LA JIRAFA QUE COMPRENDIÓ QUE TODO ES RELATIVO.
"Hace mucho tiempo, en un país lejano, vivía una jirafa de estatura regular pero tan descuidada que una vez se salió de la Selva y se perdió.
Desorientada como siempre, se puso a caminar a tontas y a locas de aquí para allá, y por más que se agachaba para buscar el camino, no lo encontraba.
Así, deambulando, llegó a un desfiladero donde en ese momento tenía lugar una gran batalla.
A pesar de que las bajas eran cuantiosas por ambos bandos, ninguno estaba dispuesto a ceder un milímetro de terreno.
Los generales arengaban a sus tropas con las espadas en alto, al mismo tiempo que la nieve se teñía de púrpura con la sangre de los heridos.
Entre el humo y el estrépito de los cañones se veía desplomarse a los muertos de uno y otro ejército, con tiempo apenas para encomendar su alma al diablo; pero los supervivientes continuaban disparando con entusiasmo hasta que a ellos también les tocaba y caían con un gesto estúpido pero que en su caída consideraban que la Historia iba a recoger como heroico, pues morían por defender su bandera.
A todo esto, la Jirafa siguió caminando, hasta que llegó a una parte del desfiladero en que estaba montado un enorme Cañón, que en ese preciso instante hizo un disparo exactamente unos veinte centímetros arriba de su cabeza, más o menos.
Al ver pasar la bala tan cerca, y mientras seguía con la vista su trayectoria, la Jirafa pensó:
"Que bueno que no soy alta, pues si mi cuello midiera treinta centímetros más esa bala me habría volado la cabeza; o bien, qué bueno que esta parte del desfiladero en que está el Cañón no es tan baja, pues si midiera treinta centímetros menos la bala también me habría volado la cabeza. Ahora comprendo que todo es relativo"
Esta fábula de Augusto Monterroso está sacada del libro "La oveja negra y demás fábulas". Este autor hondureño es famoso porque es el autor del cuento más corto del mundo. Si lo encontráis, escribidlo en un comentario para que lo leamos.
¿Crees que tiene razón la Jirafa?... ¿Qué hay de ella en los seres humanos?

lunes, 15 de marzo de 2010

Ya nos toca la poesía

En el tercer trimestre vamos a trabajar la lírica y el teatro. Leeremos el libro recopilatorio "99 poemas de amor". Creo que os va a gustar. He aprovechado que estáis en la edad y os propongo un recorrido por la poesía amorosa desde la antigua Grecia hasta la actualidad. Como veréis, los hombres y las mujeres hemos ido siempre detrás de lo mismo, encontrar la "media naranja" y todos esos desvelos los hemos vivido de muchas formas y con distintos finales. Descubriréis que el cortejo amoroso ha cambiado a lo largo de la historia, pero la esencia sigue siendo la misma: vencer la soledad.
Para compartir, podéis dejar reseña de algún poema de amor que os haya gustado y veremos la posibilidad de hacer un recopilatorio. L´amour, toujours l´amour...
Se acerca el día del padre y sé que a muchos de vosotros os gustan las citas para dedicarlas ese día. Aquí os dejo algunas de las que he encontrado en la Web:
"Un buen padre vale por cien maestros" Rousseau
"No es la carne y la sangre, sino el corazón, lo que nos hace padres e hijos" Schiller
"Los padres para ser felices tienen que dar. Por siempre, eso es lo que hace un padre"Balzac
"La bondad de un padre es más alta que la montaña, la bondad de una madre es más profundo que el océano" Proverbio japonés
"Todo es perecedero en el mundo y el poder y la persona misma desaparecerán, pero la virtud de un gran padre vivirá para siempre" Rana Pratap Singh

Bienvenidos

Aquí empieza la aventura del país de Mennulara. La mennulara en Italia es la mujer que recoge almendras, la recogedora de almendras. Es el título de una novela que leí en 2004 y que me cautivó como en su día lo hizo "El Padrino". Es la versión femenina de Don Vito Corleone, pequeña y sagaz, dirige a la familia con puño de hierro a pesar de ser sólo la sirvienta. Es la mujer que todas querríamos ser, superior a muchos hombres, luchadora y tenaz, con esa inteligencia natural que deslumbra porque no tiene artificio y una intuición que la hace vencedora de todas las tramas.
Me gustaría ser como ella, trabajadora incansable y llegar hasta la fibra de mis alumnos para recoger todo lo bueno que hay en ellos y que tan escasamente muestran. Me gustaría que perdieran el miedo a ser únicos y brillantes, que disfrutaran con todo aquello que les puede enseñar a ser mejores, más capaces y más humanos.
Desde aquí os invito a todos a reflexionar sobre todo aquello que nos pasa cada día, que resulta inadvertido pero que añade matices a nuestro desarrollo personal. Será un espacio de intercambio de todas aquellas cosas sobre las que pasamos de largo sin valorar su importancia...